domingo, 24 de junio de 2012
El Otro
La otredad o la alteridad es una característica relacional que usamos para identificar aquello que no somos nosotros. Los seres humanos solemos usar diferentes formas de darle significado y valor al que tenemos (o tuvimos o tendremos) al lado. Aquellos diversos sentidos de llamar a lo que no somos nosotros varían de acuerdo a quién hace y crea estos sentidos: sea una persona, un grupo, una nación, etc.
De acuerdo con esto, propongo interpretar algunas de las formas que solemos usar los seres humanos a acerca de cómo llamamos y nombramos al Otro.
El Otro es...:
-Un No-Alguien.
El otro es invisible. No lo podemos observar. La causa principal de no poseer ojos para observar al otro, es nuestro condicionamiento de indiferencia; aunque no somos conscientes de eso. El otro no-es y no-existe para nosotros, por lo tanto, no existe ni es en el mundo.
-Un Enemigo.
A diferencia del anterior, si es observable en su ser y existencia, aunque nuestra forma de interpretarlo puede ser negándolo, resistiéndolo, luchándolo, o buscar eliminarlo. El otro es alguien visto como un "contra". Puede hacer daño; es una amenaza. Ante la duda, lo ataco primero. Le adjudico la causa de ciertos males y perjuicios. La tendencia, implícita o explícita, es buscar la forma que desaparezca. Reina el temor. Se construyen discursos del miedo. Emociones: odio y rencor.
-Un Extraño.
Este otro, en este caso, es un desconocido. Seguimos teniendo miedo e incertidumbre. Hay escepticismos sobre la seguridad personal ante el otro. Busco tomar distancia. Desconocemos al otro. No lo comprendemos, ni buscamos formas de comprenderlo. Sólo sabemos que está ahí, tal vez presente tal vez ausente.
-Un Extranjero.
Viene de otro lado. Se que es alguien parecido a mi, aunque seguimos remarcando ciertas diferencias. Esto hace que sigamos manteniendo una distancia. Esta distancia puede ser de distintos tipos, sea espacial, prejuiciosa, comunicacional, social, de índole pública, económica, o ecológica. Puede darse la relación, el encuentro y formas de diálogo espontáneamente, aunque son escasos.
-Alguien.
En este aspecto, el otro es cualquiera y todos a la vez. Sabemos que hay otros y los concebimos como similares, tomando en cuenta y dándonos cuenta de las diferencias. El otro me rodea y es parte del entorno en el que vivo. Coordinamos acciones, intercambiamos cosas y palabras, pasamos por al lado, nos contradecimos, nos peleamos, lo aceptamos un poco, lo negamos un poco. La parte ética es muy distinta al de los anteriores. Circulamos con los "alguienes" sobre un pacto de consenso, tolerancia, y entendimiento social y moral. Son relaciones de tipo fugaces. El otro alguien puede ser: el chofer, el chef, el auto del transito, un vendedor, el árbitro, alguien que atiende el banco o un local, etc.
-Un Conocido.
El grado de conciencia en este aspecto es diferente al anterior. Un conocido, es alguien que en cierto grado sabemos quién es, cómo es, y qué hace. Lo observamos, intercambiamos y nos movemos con esta persona en algún lado (lo que podemos llamar dentro de la sociedad o como en alguna institución). De algún lado y hace un cierto tiempo lo conocemos. Las relaciones pueden ser más estables, aunque haya poca profundidad. Lo respetamos como ser humano, aunque los intercambios se dan en vez en cuando. No se sabe bien cuándo, ni cómo, ni de qué forma, aunque todo queda en un "nos vemos en algún día de estos".
-Un Compañero.
Nos movemos con ciertos otros desde un nivel superior al de conocernos, aunque no llegan a ser caracterizados como un amigo. Lo que nos une principalmente con los compañeros puede ser un trabajo, un movimiento social, la universidad, una empresa o grupo. Nos une algo externo, aunque las ideas, objetivos y convicciones son compartidas y trascienden lo interior. Lo interior moviliza a estar presentes en un espacio creado con ciertos criterios y formas construidas en común. Tenemos parte, y tenemos en cuenta que cada uno tiene su rol y su responsabilidad. Nos relacionamos sobre el compromiso, la escucha, y el involucramiento.
-Amigo.
En la visión del otro como amigo, las barreras que producían los condicionamientos internos se van diluyendo. El otro es algo cercano a mí. Es alguien preciado y de mucho valor. El otro cuenta con vos y vos contas con él. Nos reconocemos y legitimamos desde la amistad. Los grados de intercambio y comunicación se intensifican. Se manifiesta una expansión en la idea de ser compromiso por la relación y se va disminuyendo la otra idea de tener relaciones por compromisos. Aunque lo externo puede variar, la relación se mantiene. Se fortalece la unión de proyectos en conjunto. Estamos, tenemos y hacemos parte con el otro.
-Posibilidad.
Si bien ya avanzamos y expandimos la manera de observar al otro desde entenderlo como amigo, en esta fase estamos listos para llegar a un nivel de comprensión mayor acerca del prójimo. El otro es una posibilidad. Cuando hablamos de posibilidad hablamos de las infinitas acciones que podemos hacer juntos. Hablamos de la confianza establecida en común para realizar diferentes proyectos. Somos nuestra palabra y las promesas que realizamos las cumplimos con compromiso basado en la confianza. No me encuentro solo, el otro me constituye y me enriquece en mi ser. Somos parte con el otro.
Nos comprendemos como seres finitos y a la vez como seres de posibilidad. Nos vamos entrenando con el otro en el comprender que somos libertad de elegir entre infinitas elecciones que hacer y ser. Por lo que, cada acción implica un tener, estar, hacer y ser con el otro.
-Luz y Bendición.
Recién en esta instancia podemos hablar de que nos estamos construyendo en base al principio: "ama a tu prójimo como a ti mismo". Coexistimos en el dar mutuo. Somos servicio para el otro. Cada uno resplandece ya que es una luz con un brillo particular, único e irrepetible. Lo bendecimos (bien-decimos) por ser.
El prójimo es todo aquel que se encuentra próximo. Los límites geograficos, temporales, espaciales, historias, ideologías, el lenguaje se van unificando, sin perder su característica que los hace especiales. Quién fue y haya sido, quién es, y quién será, hablamos del otro como aquello que somos en común: ser humano. Podemos nombrar aquellas personas que vivieron para estar al servicio de los demás, produciendo una gran transformación en su tiempo. De aquellas personas que hicieron o generaron ciertos males y se inclinaron en destruir, diremos que lamentalmente no operaron bajo valores y principios humanos de construcción y edificación de un bien en común.
Celebramos la diferencia. Ya no sólo la integramos, sino que ahora celebramos la diversidad, como si fuera algo festivo y de disfrute. El crecimiento de conciencia se da a través del disfrutar ser con el otro. Nos relacionamos a través del amor.
La persona que llega, es la persona correcta. Aquel que llega es bienvenido. Aprendemos y disfrutamos de su presencia. Algo tiene para dejarnos y algo tenemos nosotros para dejarle. Podemos ser generadores de huellas que marquen la diferencia. El grado de integración y celebración abre un campo de infinitas posibilidades.
-Yo-Tu/Tu-Yo.
Yo soy el otro, y el otro es mi yo. En el último y la más elevada concepción es descubriendo (más que conocer y comprender) que somos el otro. Se da en la práctica diaria y trascendental en el cual somos inmensos tanto en el amor al prójimo como el amor a nosotros mismos. Los valores se dan en plenas acciones. Yo soy constitutivamente con el otro; yo soy y el otro es el nosotros mismo.
En este último aspecto, se integran y se fusionan los demás aspectos vistos, principalmente los dos últimos (posibilidad y luz-bendición). El grado de conexión en esta nueva instancia de conciencia es que el otro, como palabra, descripción y ser generado pierde sentido ya mencionarlo para formar una parte más de la palabra: Nosotros. El nosotros habla de la unidad. No hay más otros, somos nosotros. Los grados de fragmentación sea grande o pequeño que se experimentaban antes se desvanecen. Estamos en la inmediatez de los lazos de relación. Somos parte de algo más grande que nosotros. Somos algo mucho más que estar, tener, pensar, hacer y decir. Las posibilidades de siembra y cosecha se dan a través del amor. Manifestamos la sonrisa de ser quienes vinimos hacer en el mundo. Presenciamos un diálogo de carácter trascendental entre comunidades del mundo. Conectándonos con nosotros, se conecta el mundo. Poder observar una transformación integral de cómo se mueve lo social, lo económico, lo político, lo ecológico, lo ideológico, es situarnos en los alcances y las posibilidades que brinda esta instancia.
De modo de cómo observemos el otro, es cómo estamos observando el mundo, como estamos principalmente observándonos a nosotros mismos. Y bajo esta idea y práctica radica en hacer y ser la diferencia en unidad. Tomar conciencia de quiénes somos como seres humanos y hacia donde vamos (la huella que vinimos a dejar). De qué forma estamos acompañando, integrando y celebrando con el otro. Ya no es él, sino nosotros, y hacernos cargo y crecer como seres humanos traspasa principalmente por nuestras manos: nuestro ser-humanos.
Para reflexionar…
¿Cómo interpretas al otro?, ¿qué lugar le das?
¿En cuál de estos aspectos soles hacer uso en dar sentido al otro?
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